Fotografía
Gemma Aparicio
El juego de dos cuerpos transversales, con cubiertas a una pendiente, cobija los espacios habitacionales, delimitados por planos verticales de ladrillo o vidrio. Los forjados, de losa maciza, resuelven la esquina en voladizo de la entrada, requisito programático de partida. Las cubiertas, también de losa maciza, cubren grandes luces para evitar la presencia de soportes innecesarios, quedando en ocasiones su materialidad desnuda, por la calidad espacial y arquitectónica que aporta, en especial, al espacio de doble altura en el salón.
Precisamente, en la zona del salón, se aprovecha el plegado de la losa de cubierta, para configurar una viga rígida de canto, de la que se consigue descolgar el forjado ligero de la biblioteca, que disfruta de las mejores vistas, tanto al interior del salón, como al jardín exterior y la piscina. Se convierte así en un balcón privilegiado, que parece flotar, pues esconde su apoyo, colgando desde la cubierta mediante una simple chapa de acero maciza. Mientras que la estructura general es de hormigón armado, dicho forjado es de chapa grecada colaborante sobre un sistema de vigas y correas de acero.
Bajo las dos plantas aéreas de vivienda, un sótano de calidad, vinculado lateralmente a un patio inglés, ofrece una oportunidad extraordinaria para disfrutar del juego de la luz y el espacio derramado a través de la escalera.
