Pasarelas Valle Trenzado en Elche

El lecho de un río como frontera y límite entre sus orillas. Un barrio marginal enfrentado a un paisaje olvidado. La oportunidad de coser la cicatriz, trenzando el parque, para insuflar vida en el sistema vascular de sus caminos. Los caminos llegan al cauce, cogen impulso y se lanzan hacia la otra orilla, salvando el vacío, y a la vez, llenando de sentido toda la intervención.

Las pasarelas se convierten en la costura que conecta ambas vertientes. Los caminos se convierten en pasarelas de forma suave y sin solución de continuidad, y como ellos, se ramifican, buscando nuevas direcciones, incluso el retorno. El reto estructural de resolver la bifurcación en pleno centro de vano, supone la búsqueda del límite de lo posible. Una sección en “U” de hormigón armado, aprovechando los planos rígidos de las barandillas, parece resolver el problema de la flexión derivada de las grandes luces. Pero, la bifurcación intermedia, interrumpiendo el plano principal de la barandilla, eleva la dificultad tanto como la pasión por resolverlo. Se descarta el postesado debido a la geometría curva, orgánica y trenzada de las pasarelas, quedando tan solo disponible la fuerza bruta del desnudo hormigón armado.

En su apoyo emergen racimos de soportes tubulares metálicos, que, junto a costillas centrales de hormigón, reducen las luces lo suficiente como para conseguir un comportamiento conjunto adecuado.

Y, sin embargo, oculto de la vista de todos, el máximo nivel de dificultad se esconde bajo los lechos del cauce, donde un terreno incapaz, fruto de la acumulación y depósito, obliga a una cimentación por pilotaje flotante sometida a esfuerzos laterales enormes a raíz de los empujes de arco causados por el trazado de las pasarelas.