Colaboradores
José Manuel Castillejo
Fotografía
Fernando Alda
El objetivo de integrar la cultura mediterránea en el entorno natural de calidad paisajista conduce a un proyecto orgánico, que hereda de la tradición constructiva local la organización alrededor de un patio, que en esta ocasión se desdibuja entre los volúmenes curvos, caprichosos, pero certeros en la búsqueda de las vistas, la privacidad o el encuentro.
El hormigón armado, de acabado descarnado y brutalista, con entablillado vertical muy marcado, se adapta a las formas naturales de los distintos cuerpos, generando muros curvos en planta, e incluso en alzado, sobre los que apoyan losas macizas, en una sucesión de niveles en cascada siguiendo las pendientes de la empinada parcela. El nivel superior, con una losa de piso que se pliega y asciende para configurar también la cubierta, debe resolver un voladizo de gran dimensión, con carga de cubierta ajardinada. Además, la carpintería de hojas correderas debe quedar empotrada, por lo que la losa de cubierta experimenta un corte en su cara inferior que dificulta en gran medida la movilización del bloque inferior comprimido en el arranque del voladizo. Es por ello que se proyecta un emparrillado de vigas peraltadas que permite colgar el arranque del voladizo, quedando los cantos ocultos en el espesor de la cubierta ajardinada.
Soportes metálicos circulares junto con muros de alzados oblicuos trasladan las cargas de las distintas plataformas hacia la cimentación, buscando el equilibrio con las partes voladas para optimizar el comportamiento global.
